Limpia, pulcra, moderna y hasta hermosa, la Ciudad Esmeralda no deja de ser, sin embargo, una prisión y, como todas, peligrosa. A pesar de las modernas instalaciones y del énfasis en la recompensa de la rehabilitación, la prioridad allí sigue siendo la supervivencia... y el miedo es el compañero constante.
Dentro de este ambiente se desarrollan varias historias gay entre los reos.